La caja mágica, de F. Tennyson Jesse

 



Escrita unos diez años después de los hechos en los que se inspira (la ejecución de Edith Thompson y su amante, acusados de instigar y asesinar al marido de esta), la escritora y periodista F. Tennyson Jesse toma como base esta historia para recrear (y de algún modo redimir) la vida de Edith Thompson (en la novela, Julia Olmond).

El relato está bien conseguido, y le permite a la autora dibujar un retrato de su época, en la que se subrayan las diferencias de clase, con sus valores, educación y moral, de edad, y las enormes diferencias entre sexos. Julia Olmond, una chica fantasiosa, nutre su limitada educación con novelas románticas y de aventuras y escapadas al cine. Consigue ascender por encima de su condición social y utiliza el matrimonio con un comerciante al que no quiere como medio de lograr algo de independencia. Cuando se enamora de un chico mucho más joven que ella, y es envuelta en un crimen pasional, se precipita su condena a muerte a la vez que es despreciada por una sociedad que negaba ciertas libertades a a las mujeres de su clase y edad.

A los lectores de hoy, esta perspectiva tan moderna y adelantada a su época (en la España del periodo de entreguerras, sería impensable) puede sorprenderles. El alegato feminista está muy bien integrado en la trama sin necesidad de subrayarse. También nos hace identificarnos con Julia sin obligarnos a simpatizar con ella.

¡Señora Starling!... La señora Starling era aquella mujer delgada y pálida de pelo lacio, peinado pompadour y quevedos... Sin duda no podía ser ella. Se miró el anillo y luego miró a Herbert, que se había ruborizado hasta la raíz del cabello. La señora Starling... Había dejado de ser Julia Almond. Era como si, de una manera curiosa, hubiera dejado de existir.

El relato crudo, sórdido en ocasiones (no deja de partir de un 'true crime') es atenuado por un hábil uso de las elipsis y cierta contención. Es curiosa la forma en que los grandes hechos como la Gran Guerra pasan a un segundo plano frente a las motivaciones e intenciones de la protagonista. En la horripilante muerte de su primer novio, justo cuando iban a consumar el sexo, hace un magnífico uso del recurso de la elipsis, entrelazando esa noche de amor y la muerte del soldado en una terrible suspensión temporal. El efecto es simultáneamente poético e irónico.

Pero una cosa llamada "ofensiva" se interpuso, y el oficial y caballero, el leal y seguro servidor del rey Jorge conocido por el nombre de segundo teniente Alfred Stafford, fue enviado a Francia con carácter de urgencia antes de haber podido hacer de Julia su legítima mujer. La noche que iban a pasar juntos en un hotel de Oxford Street, él yacía, con la gorra calada y mirando al cielo, iluminado por la luz blanca y verde de las bengalas, y luego pálido al llegar el alba, entre una maraña de alambre de espino. Allí estuvo varios días, descomponiéndose, mientras Julia, ignorante de que la carne que la había despertado había dejado de respirar, se paseaba desesperada por el parque mientras su propia carne clamaba de frustración.

En el fondo de tanta sordidez, hay una profunda reflexión sobre el aprendizaje de la carne y del espíritu: una mujer como Julia ha sido hurtada, por razones de sexo y de clase, de las necesidades corporales a la vez que ha hecho suyo un reino de la imaginación y del deseo (el de la fantasía de los libros y del cine) que no armonizan con la cruda realidad social. La caja mágica (A Pin to See the Peepshow) es el relato irónico y devastador de esta aventura vital.

Tal vez su mejor capítulo es su hermosa y terrible coda "Pieza nocturna para Julia" donde personajes, muchos de ellos secundarios, reflexionan en las horas previas a la ejecución de Julia. El barrido, como si una cámara fuera recorriendo esos espacios, por esas vidas desintegradas o dolidas, es emocionante. Como una luz que ilumina con sus destellos esa negra noche: los dos reos, la madre de Julia, su amiga Anne y su padre el doctor Ackroyd, el abogado encargado de preparar el caso, las reflexiones nocturnas del doctor de la prisión sobre la batalla del alma y el cuerpo, o las del capellán sobre el tiempo y los misterios de Dios:

Sencillo para Él si era así como lo contemplaba: el Tiempo entero en un único instante. Nada sencillo para el hombre, para quien el próximo instante es el horizonte, que, como en el mar, avanza siempre cuando él avanza, y no puede jamás asomarse al borde.

La edición española es de Alba (colección "rara avis"), con traducción de Amado Diéguez.


Fryn Tennyson Jesse

by Bassano Ltd
bromide print, 1912
NPG x85752

© National Portrait Gallery, London

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