La educación sentimental: "The Commitments", de Alan Parker (1990)
Pocas películas se mantienen tan frescas a lo largo de los años. "The Commitments" es pura energía soul en el Dublín de comienzos de los 90. Es un retrato de la clase trabajadora que desahoga sus miserias (el conflicto generacional, el paro o las mierdas de trabajo) a través de la música soul. Jimmy Rabbitte, nuestro protagonista, destila encanto, 'joie de vivre', y orgullo de clase ("los irlandeses son los negros de Europa, y los dublineses los negros de Irlanda, y los dublineses del norte son los negros de Dublín"), aparte de un ortodoxo amor por la música soul. Otro de los personajes, Joe "Lips" Fagan, es el contrapunto de Jimmy: un personaje excéntrico, con una fe incorrupta en la humanidad y el carácter salvífico de la música, que se expresa como un reverendo o predicador ("The Lord blows my trumpet"). La película de Alan Parker (que adapta la novela de Roddy Doyle) nos cuenta las dificultades de un grupo de chicos y chicas por sacar adelante su grupo de música en ese decadente Dublín.
Para los que fuimos adolescentes en esa época, esta película actúa como una poderosa caja de resonancia y nostalgia (resaltada por una excelente fotografía de ese Dublín urbano y 'underground'): la genuina e inocente devoción por la música, la tecnología rústica de casetes y radios, los ritos de intercambio, la música en la calle, los garitos insanos de cerveza barata. Esto es, toda la vida que conocimos antes de la época de Internet y las redes sociales, cuando la música aún podía ser más comunitaria e identitaria (impagable el padre del protagonista, con los retratros de Elvis Presley y Juan Pablo II como santos patrones de esta clase obrera) frente a la ubicuidad y facilidad de acceso actual a la música, el consumo privado y ensimismado de listas automáticas de Spotify, vídeos de Youtube compartidos en Twitter o Facebook, y los algoritmos de escucha y descarga.
Todo este maná que circula ahora para quien tenga una conexión adecuada a Internet es beneficiosa para cualquier melómano, desde luego, pero a costa de perder el aura que suponía sufrir para conseguir material musical: horas y horas pegado a la radio o a los programas de televisión para poder consumir y disfrutar de un buen puñado de canciones. Hoy es la variedad y ubicuidad la que desorienta nuestro sentido musical y le ha restado parte de su carácter sagrado a los antiguos ritos (grabar un casete a algún amigo o a una chica que te gustaba, rebuscar entre los vinilos de amigos y conocidos para completar nuestra educación musical...).
Sí, la música es algo muy serio. Eso nos quiere decir "The Commitments".
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