Mandarinas

 Hoy me ha sucedido una cosa increíble. Mi compañera de trabajo, con la que me llevo muy bien por cierto (una persona bondadosa e inteligente) me ha traído una mandarina. Era una mandarina algo deforme, un poco achaparrada, pero una mandarina al fin y al cabo. Me he quedado casi sin palabras. Por supuesto, se lo he agradecido y luego la he disfrutado mucho (parecía poca cosa, pero tenía el justo punto de acidez que me gusta). Y me la iba comiendo, y no dejaba de darle vueltas. Ella se podría haber traído una mandarina, pero en cambio se ha traído nada menos que dos mandarinas (una para ella, y otra para mí). Yo no dejaba de mirarla atónito (a la mandarina, no a mi compañera). Una mandarina, pensaba con regocijo. Una mandarina, nada menos ¿increíble, verdad? Esos milagros suceden a veces.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Películas decadentes favoritas. I

Siete escritores excéntricos

American Music Club