Otra receta de canciones

Ya estoy de vacaciones y para celebrarlo pensaba daros una ración completa y postre de canciones grises y otoñales de grupos ingleses melancólicos y brumosos, pero he sufrido un ataque de optimismo (una de las ventajas de padecer un ligero trastorno bipolar), y he terminado seleccionando una lista paralela con canciones felices.

Canciones felices o canciones ceremoniosas para mí no son sólo esas canciones exageradamente alegres o bellamente tristes capaces de tansformar estados melancólicos en luminosos, y ofrecernos un refugio contra las inclemencias del mundo, sino las que también pueden resumir en más o menos tres minutos muchos de nuestros anhelos, canciones que no sólo están hechas con un buen corazón y que expresan de forma pura un sentimiento concreto, sino que también pueden por un momento hacernos sentir liberados de este mundo, aquellas que parecen llevarnos por un momento más allá de nuestra existencia doméstica.

Canciones que sean capaces de recordarnos que no sólo somos un pequeño cuerpo mortal contenedor de muecas repetidas (como en una mala película de Jack Nicholson), sino de hacer piruetas, capaz de explotar con gestos aburdos (como Roberto Benigni saltando sobre los asientos en la ceremonia de los Oscars), capaz de extrañarse, de convertir cualquier actividad cotidiana en liberadora, subvertir cualquier situación, o convertir cualquier momento vulgar en extravagante.
Deshabituarnos a pensar que todos los descubrimientos más profundos y las rebeliones no tienen que llegar siempre por caminos serios y sesudos (como la de un filósofo misántropo encerrado en su alcoba) sino por vías más felices, de explotar cuando menos te lo esperas. Nuestra sociedad parece anclada en ideas que beben de la ética judeocristiana y burguesa por la que todo placer y felicidad debe ser ganada igual que un fondo de pensiones, todo debe conseguirse con esfuerzo, que el pan debe ser ganado con el sudor de nuestra frente. Hemos edificado una sociedad sufriente, y renegamos de aquellos que no parecen tomarse la vida en serio, y parece que la vida les resulta fácil. Actos puros de rebelión y erotismo, gestos puros que sirven para validar nuestros deseos, defender nuestra identidad, conquistar nuestra parcela de mundo.

Canciones o gestos liberadores, que permitan recuperar la risa carnavalesca enlatada ahora en teleseries, recuperar una danza propia frente a la multitud de gente moviéndose al ritmo de pachanga que marca el cantante de la orquesta regional en las galas de verano o al de las marchas militares. Aprender a liberar nuestros cuerpos reducidos al trabajo asalariado, a ser actores y no espectadores de la sociedad del espectáculo, a ser productores de nuestro tiempo y no consumidores encerrados en un mundo dominado por el mercado, la publicidad y la guerra: el trabajo rutinario y esclavo, el mando a distancia, el coche doméstico, el carrito del supermercado, el voto democrático y las encuestas de opinión como horizonte de nuestras vidas. Más parecido al cuerpo, que en nuestra jerga forense, designa al cadáver.

Éstas serían las canciones que yo seleccionaría para haceros estremecer o saltar, trece canciones para alcanzar el cielo.

Abba Dancing Queen o cómo rozar el cielo en tres minutos. Es una canción que explota al comenzar y no desciende sino que sube, sube, sube... como un petardo rosa en un cielo negro, o como esperma blanco en un cielo estrellado.

Burt Bacarach
Walk on by. Una de la canciones más felices, cantada por Dionne Warwick para que nos salte el corazón por la boca de contento.

Margo Guryan Sunday Morning. Capaz de alegrar al más soso la mañana más gris.

Van Dyke Parks. O cómo viajar en carretera por Norteamérica y descubrir la versión absurda, colorista de los Estados Unidos, la antítesis de la musculosa democracia que conocemos.

The Delphonics Ready or Not Here I Come. sonido Filadelfia de los setenta para no morirse de aburrimiento.

Lalo Schiffrin The Wave Cómo animar una buena fiesta con este precioso tema de Bossa Nova. Cuando el piano fantástico de Lalo Schiffrin se funde con los melodramáticos arreglos de cuerda (como si fueran olas) ya tenemos la piel de gallina. Ideal para una película de Almodóvar.

The Magnetic Fields. Perderse en el mapa del mundo pop de Stephin Merritt entre discos de Abba, Phil Spector, Burt Bacarach... un homenaje a la vida ociosa del pop, a perder el tiempo entre canciones, de sentirnos libres del esfuerzo de producir. En España, almas parecidas son las de Astrud.

Saint Etienne. You're in a Bad Way. Otro grupo que apuesta por el pop por el pop...música de baile o de eurovisión en blanco y negro... taquicardias celestiales... Dios, qué cursi me pongo. Podía mencionar también otras canciones de Stereolab, Belle and Sebastian (sobre todo el de sus últimos discos), o Camera Obscura de 2006.

Carlos Berlanga. Entre el pastiche y lo kitsch. Otro esteta del pop capaz de mencionar en una canción a Charles de Gaulle y Catherine Deneuve, y quedarse tan pancho. Uno de los mejores compositores de pop de los noventa, capaz de conseguir canciones certeras en sus discos con la facilidad que un delantero centro mete 20 goles en una temporada

Antonia Font. Alegria. Otros cazagoles con la elegancia y calidez mediteránea y la fantasía extraterrestre... añadid algunas canciones de Kiko Veneno y gozaréis de buena salud.

Jorge Ben. Desde Río de Janeiro, una fantástica inyección de funk brasileño y samba de su disco África Brasil.

Youssou N'Dour y las Estrellas de Dakar. Bitim Rew (Immigrés). Soul africano y polirritmos con cambios constantes tan certeros como la rapidez de Ronaldinho o la elegancia improvisada de Zidane. La música y el baile como liberación comunitaria.

Fausto. A voar por cima das águas canciones desde Portugal que hablaban de fraternidad revolucionaria pero con sentimiento muy festivo frente a tanta gravedad, a tanto desasosiego (como Pessoa con castañuelas).


Comentarios

Willy S. ha dicho que…
ey, ¿que tal si coges todos esos mp3, los metes en un archivo zip, lo subes a rapidshare (no hay que registrarse ni nada, max 100 mb) y nos pones aquí el enlace para que los descarguemos?
Jorge García ha dicho que…
Pues sí, tengo una deuda con eso... echaré una vistazo a lo que me dices. Gracias.

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