La piel que habito




Largas Colas en el Cine Alameda en Sevilla el segundo día en cartelera de la nueva película de Almodóvar. Comentamos impresiones en la puerta, y salió a relucir la pregunta de siempre sobre qué ha dicho tal crítico en España (Boyero en El País, Carlos Colón en el Diario de Sevilla), y parece que a estos expertos en el uso del bisturí no se han cortado a la hora de diseccionar a nuestro director más internacional. Recuerdo haber leído en su día con cierto morbo la crítica de Boyero con motivo del Festival de Cannes (después del disparo cruzado -aunque en vez de balas fueran cartas -envenenadas, eso sí- entre el director y el reputado oráculo de Boyero a propósito de su película anterior Los abrazos rotos). En ese momento, yo me declaré neutral puesto que no soy el más almodovariano del lugar, y confieso que tengo bastantes lagunas en su filmografía. Eso sí, disfruté con la crítica de Boyero, muy aguda, y por supuesto afilada, pero casi sin exabruptos, ni subidas de tono, como un alto el fuego y con la falsa cordialidad de las vecinas que se odian. Qué extraño mundo ése de los críticos.
Como sé que la piel de Almodóvar puede ser más sensible que la de Elena Anaya, he querido desde aquí salir en defensa de "La piel que habito" e invitar a la gente a que vaya a verla al cine lo más libre de prejuicios posible, casi desnudos (esto en sentido metafórico, que no está bien eso de montar escándalos en los lugares públicos). Sé que es una simpleza esto que acabo de afirmar, ya que es una predisposición que cabe exigir para cualquier película. Sin embargo, creo La piel que habito es una película original, algo desmesurada por supuesto, que pide verla sin miedo, casi con simpatía, sorteando todos los prejuicios e ideas que rodean a un director de la talla de Almodóvar. He aquí por tanto la breve crítica que he escrito en el apartado de cien del foro de Rateyourmusic. Sirva también para dar un poco de vida a este desolado blog.

El esperado thriller de Almodóvar tiene todas las papeletas en su primera hora para caer en los peores tics del manchego: melodramatismo de mesa de camilla, giros y personajes incomprensibles, todo presentado con delicado escalpelo (nunca mejor dicho) hasta llegar a un giro sorprendente. Es aquí cuando la película goza de toda mi simpatía al mostrarnos un thriller marca de la casa, en la que Almodóvar disfruta (no se engañen, porque esto es un thriller hecho con humor) inventando un género: el de terror transexual o del miedo a la desmasculinización. La piel que habito comparte más en tono y forma con el cine de Almodóvar, que con el de otros maestros del thriller psicológico como David Lynch o el Darren Aronofsky de Black Swan (donde la piel cobra también un turbio protagonismo). Dejemos pues disfrutar a Almodóvar con el género que ha inventado, pese a que muchos críticos no han vuelto a perdonar a uno de los directores españoles más valientes y originales.

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